En el laboratorio de Sonja Lyubomirsky no hay ratones, microscopios ni pipetas. Su objeto de estudio es la gente feliz y sus experimentos consisten en aplicar rigurosamente el método científico para analizar por qué lo son y cómo es posible aumentar la propia felicidad y la de quienes nos rodean.
En sus estudios sus sujetos de investigación tienen que escribir cartas de agradecimiento a otras personas, usar alguna de sus fortalezas en una forma no habitual o realizar actos de amabilidad hacia otros. Estas actividades replican lo que personas “naturalmente felices” hacen en su vida. Luego compara sus resultados con los de un grupo de control.
“Mi objetivo es investigar cómo aumentar la felicidad. Testear experiencias felices es una ventana para entender los mecanismos por los cuales cambia la experiencia de felicidad”, dice Lyubomirsky, desde su casa en Santa Mónica (Estados Unidos). Autora de los libros La ciencia de la felicidad, Los mitos de la felicidad y Positivamente feliz, donde ha volcado las principales conclusiones de sus investigaciones, plantea que la felicidad depende en gran medida de una apuesta personal.
Y, como quien divide una torta en tres, señala que el 50 por ciento de nuestra felicidad es una suerte de estado basal que viene en nuestra genética, mientras que el 10 por ciento responde a las propias circunstancias (“si somos ricos o pobres, estamos sanos o no, somos físicamente atractivos o normales, casados o divorciados”). La gran noticia, dice en La ciencia de la felicidad, es que el 40 por ciento restante depende de uno mismo y de su decisión expresa de realizar actos y tener actitudes mentales que redundarán en una mayor felicidad. Eso sí, advierte que ponerlo en práctica requiere de “esfuerzo, compromiso y cierta cantidad de disciplina”.
Estrategias al alcance
Lyubomirsky señala que “los tres principales elementos que realmente hacen feliz a una persona son hacer amigos y cultivar relaciones interpersonales; aprender cosas nuevas o que impliquen un desafío, y realizar actos de amabilidad o ayudar a otros (‘las personas más felices suelen ser las primeras en ofrecer una mano a un colega o a alguien que lo necesita’)”.
En La ciencia de la felicidad agrega que son personas que agradecen por todo lo que tienen, son optimistas sobre su futuro, disfrutan el presente, tienen un compromiso profundo con metas y ambiciones de largo plazo (por ejemplo, luchar contra el fraude o transmitir sus valores más profundos a sus hijos) y, “si bien tienen su cuota de estrés, crisis e incluso tragedias, su arma secreta es la entereza y fortaleza que muestran al enfrentar estos desafíos”.
Basándose en estos y otros hallazgos de estudios científicos que han analizado a hombres y mujeres felices, la investigadora propone una serie de estrategias para explotar ese 40 por ciento de felicidad que está bajo nuestro control, inspirándose en las características de estas personas. Advierte que no es necesario practicarlas todas, sino elegir aquellas que más le acomoden a cada quien, según sus propios intereses y necesidades.
Estas incluyen expresar gratitud a otros y agradecer por lo que la vida le ha dado, incluso en la adversidad. Se puede comenzar, por ejemplo, escribiendo una nota de agradecimiento a alguien o anotando semanalmente aquellas cosas por las que se siente agradecido, cultivar el optimismo viendo el lado positivo de las cosas incluso en la adversidad, evitar compararse con otros y no obsesionarse con un pensamiento, practicar actos de amabilidad y altruismo cotidianamente, aprender a perdonar a quienes puedan haber causado daño, sumergirse en actividades que lo apasionen y desafíen.
También sugiere ponerse metas de largo plazo y trabajar para alcanzarlas, saborear las alegrías que da la vida, cultivar la vida espiritual o seguir una religión, meditar y hacer actividad física.
Más flexibles y mejores líderes
Buscar activamente la felicidad y preparar el terreno para incrementarla es relevante no solo a nivel personal, sino laboral y a nivel país, por varias razones, dice Sonja Lyubomirsky. “La felicidad se asocia a éxito en la vida. Las personas felices son más creativas y más productivas en el trabajo. Ganan más dinero, son más sanas, viven más tiempo, tienen más posibilidades de casarse y menos de divorciarse”.
Además, son más flexibles, mejores líderes y negociadores, son más resilientes y tienen mayor autoestima. “Ser más felices no solo nos beneficia a nosotros mismos, sino también a nuestra pareja, familia, comunidad e incluso a toda la sociedad”, sostiene.
PAULA LEIGHTON
El Mercurio (Chile)
El Mercurio (Chile)