¿QUÉ ES EL BUDISMO ZEN?




En la actualidad basta ver cualquier medio masivo de comunicación para darse cuenta de que la humanidad pasa por una etapa problemática en todos los aspectos y todos lo saben pero ¿qué se hace al respecto? Algunos buscan tapar este problema con alcohol, drogas, tensión, libros de autoayuda, sexo, riñas, prepotencia, cursos laborales, dinámicas de grupo, lástima y otros “remedios” que en realidad son
autoengaños, y, con ello, pocos se atreven a llegar al fondo, pues saben que no hay nadie más que uno mismo para solucionar sus propios problemas. Este mensaje tan obvio es precisamente la esencia del budismo.
También es cierto que el Zen no es de fácil acceso para Occidente, pues atenta mediante contradicciones, contra la forma en que se nos ha enseñado a pensar y vivir, pues niega y afirma según le conviene. Se dice que si el Zen se puede explicar, entonces no es Zen, pues es su realidad es una experiencia directa y vívida que no puede ser reducida a palabras.
 El budismo es, más que una religión, una filosofía sin dogmas ni credo y ofrece guía por parte del maestro pero exige disciplina e iniciativa por parte del alumno: nadie va a llevarlo a la superación de lo material si no es él mismo. Fue vivida—más  que creada—por  Siddhartha, un príncipe que fue aislado del mundo por sus padres para que no conociera el lado negativo de la vida y, como consecuencia, no padeciera. Pero una noche salió de su palacio y conoció la realidad al ver gente pobre, enferma y envejecida, comenzando así una búsqueda personal que le reveló que hay que eliminar el deseo para no sufrir y ello lo llevó a alcanzar la iluminación. A partir de ese momento se le llamó Buda (el iluminado) en la India y Sakiamuni en China. Si bien otras religiones adoran a profetas o al Mesías, en el budismo se tiene el ejemplo de Buda como paradigma, pero no es objeto de adoración.
 Buda descubrió que no hay dios universal, ni alma, ni existencia en este mundo; el aceptar lo anterior conduce a la paz interna de la persona y así se alcanza el Gran Vacío—ausencia  de mente—. Buda no es líder ni santo: es simplemente el ejemplo de que un ser humano puede llegar a lo excelso luego de superar lo abyecto de la existencia humana, además de una invitación a imitar su ejemplo, pues cualquier persona puede lograr alcanzar esta condición si tiene suficiente convicción para hacerlo.
 Un importante personaje es también Bodhidharma—llamado  Daruma en japonés—, que llevó el budismo de la India a China. Luego Lin-Chi lo llevaría a Japón. La principal característica de Lin-Chi es el haber renunciado a la iluminación hasta no haber ayudado a los demás a alcanzarla. Un loable ejemplo de altruismo por parte de este personaje, que aparece caracterizado como un muñeco de manera chistosa y ridícula para evitar que sea adorado con falso respeto y, con ello, marcar una distancia insuperable pensando que es santo, cuando en realidad es una persona como nosotros a la que podemos imitar y—esencialmente—superar  .
 En el budismo no hay sagradas escrituras como tales, a excepción de las enseñanzas contenidas en los Sutras, que son los diálogos de Buda con sus discípulos, escritos 10 años después de su muerte. De ahí surgen dos ramas: la Hinayana y la Mahayana, ésta última apegada a seguir las enseñanzas de Buda de la manera más auténtica y que es la que llega a China y Japón.
La realidad en la rama Mahayana se llama en sánscrito Tathatta (lo que es así) y lo que se quiere alcanzar es el Sunyata (vacío dinámico, vivo, atemporal e inaprensible, generado por la ausencia de deseos).
 El Zen surge tanto del conocimiento budista hindú de que la realidad esencial de la vida se descubre al renunciar al acuerdo con cualquiera de sus formas, como  del taoísmo chino y de que la armonía de la vida con el Tao se comprende dejando libre a la vida para que sea ella misma. Igualmente, es enemigo acérrimo de la idealización por medio de la solemnidad, pues actúa como límite para experimentar directamente las cosas. A tal extremo llega que existe la frase de “Si Buda se interpone en tu camino al Satori, mata a Buda”.
 Se dice que para estudiar Zen se necesitan 3 cosas:
  • Una raíz de fe, que es creer que todo ser humano posee su propia naturaleza intrínseca y que la puede percibir, pues hay un principio fundamental que se puede captar,
  • Una gran bola de dudas (no hay certeza) y
  • Una gran tenacidad de intención (fortaleza de carácter para no dejarse vencer).
En el Zen hay varios grandes maestros:
  • Hui-neng, el primer gran guía chino;
  • Lin-chi, que lleva el Zen de China a Japón y de lo que derivará la secta Rinzai;
  • Dogen, que funda la secta Soto, que busca alcanzar la iluminación mediante la meditación y la guía del maestro y
  • Hakuin, que desarrolla el uso del koan y crea la secta Rinzai, que es severa y ruda con el alumno aceptando el castigo físico para templar el carácter del alumno y probar su fuerza de voluntad, además de abrirle la mente con situaciones extremas.
 En comparación con otras religiones que niegan una categoría dentro de ellas a la mujer, el Zen las acepta como estudiantes y maestras. Existe un monasterio del siglo XIII llamado Tokeiji, en el cual la abadesa Shido desempeñó un importante papel para difundir esta filosofía. Otro monasterio es el de Eukakuji, en el cual las condiciones de ingreso son: ser soltera y responder la pregunta del guardián del portón.
 La meditación (dhyana en sánscrito, ch’an en chino y Zen en japonés) es el método budista para captar directamente la veracidad de que la vida es sagrada en sí misma, y que la plena experiencia del carácter trascendente de la vida es como un retorno al hogar. Por tanto, la iluminación (Satori) es una apertura de un mundo nuevo y distinto, oculto por las confusiones de la mente conceptual y dualista; en resumen, busca que el alumno se sepa parte integrada -y no separada- de una totalidad. La meditación no es contemplativa, sino dinámica: la esencia en que deben consistir nuestros actos: “acción en la meditación y meditación en la acción”. Es llevar a cabo sin ser conscientes de ello o hacer sin hacer (wei-wu-wei en chino). El experimentar el aquí y ahora es una profunda penetración mística en la que se eliminan las innecesarias distracciones.
 Para alcanzar el Satori existen cuatro herramientas:
  • Zazen (meditación),
  • Sanzen (sesiones de diálogo -mondo- con el maestro o Roshi),
  • El uso de koans (enigmas ilógicos) y
  • El trabajo cotidiano del monasterio.
 Los koans y los mondo son enigmas y diálogos contradictorios que buscan romper los esquemas y estructuras tradicionales de conceptos y pensamiento para que el alumno perciba su propia esencia cuando su mente ya no tiene un asidero y no haga uso de las palabras, que pretenden expresar lo inexpresable. La aproximación occidental más precisa a un koan es lo mencionado en la película LIGHT YEARS AWAY (Años luz) de Alain Tanner donde Poliakoff (Trevor Howard) le deja a Jonas (Mick Ford) una serie de declaraciones:
  • “Penetra el sonido de tu propio nombre” y
  • “En todo bosque hay un árbol que es exclusivamente para ti: búscalo”.
 El superar nuestros propios prejuicios y barreras nos conducen a llevar una vida más tranquila y hacer que nuestra mente supera a la limitaciones de la materia, como se puede comprobar con las actividades de los espadachines de Kendo, los samuráis y los practicantes de artes marciales, que realizan lo que muchos consideran “proezas” —disparar  un arco con los ojos cerrados y en la noche para alcanzar el blanco, cortar una uva con la espada en la mano de una persona sin lastimarla, responder por adelantado a los golpes del enemigo o arrojar al aire al adversario que pretende atacarnos sin tocarlo (como en el caso de sensei Uyeshiba, el creador del Ai-Kido)— .
 En Occidente el descubrimiento del Lejano Oriente fue impulsado en el siglo XVIII y Arthur Schopenhauer, el filósofo alemán, fue dilecto lector y analista de los Vedas hindús. De hecho, Jack Kerouak es el precursor de los hippies con sus beatniks y su mentalidad de aceptación al seguir filosofías hindús y escribir The Dharma Bums (Los vagabundos del Dharma). Hubo un renacimiento de esta apertura durante la época de fines de los ‘60s y principios de los ‘70s con el muy especial caso del monje católico trapense Thomas Merton, que casi logró una fusión entre ambas religiones.
 Para finalizar y dejar semilla de curiosidad y convicción, se añaden dos máximas de Buda que bien se nos pueden aplicar:
  • “La felicidad es de aquel que no tiene nada, que ha dominado la doctrina y ha alcanzado la sabiduría. Mira cómo sufre el que tiene algo. El hombre está encadenado al hombre”.


  • “Si en una batalla un hombre venciera a mil hombres, y si otro se venciera a sí mismo, el mayor vencedor sería el segundo”.
Por Eduardo Mórlan

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