Que es el Hinduismo

Hinduismo

El hinduismo es la religión más difícil de describir brevemente. No sólo es la más antigua de las grandes religiones actuales, sino también probablemente la que ha recorrido etapas más diversas y ha adoptado formas más diferentes. Tan grande es su variedad interior que para algunos especialistas no se trata de una sola religión sino de una «familia» de religiones. En estas líneas vamos a intentar poner un poco de orden en la selva del hinduismo recorriendo primero a vista de pájaro su desarrollo histórico para centrarnos después en las creencias más aceptadas generalmente por los hinduistas.

1) Entre los años 1300 y 900 a.C. entraron por el Noroeste de la India los llamados «arios» (nobles), pueblos pastores nómadas que adoraban a múltiples dioses cada uno de los cuales regía un aspecto del cosmos natural o moral. Los fieles les ofrecían sacrificios para atraerse su favor, y en ellos los sacerdotes recitaban himnos que han quedado recogidos en los vedas. Por ello, a esta primera fase de la historia del hinduismo se la llama «vedismo».
2) En los tres siglos siguientes los arios fueron extendiéndose y asentándose por todo el Norte de la India, formando pequeños reinos de economía básicamente agrícola. Durante este tiempo los sacerdotes (brâhmana) adquirieron una importancia primordial, ya que eran los especialistas en los rituales que permitían mantener y manipular el orden cósmico. Esta etapa del hinduismo suele denominarse «brahmanismo ritualista».
3) En torno al siglo vi a.C., con el desarrollo de las ciudades, los oficios y el comercio, tuvo lugar en la India y en otros lugares un proceso de personalización e interiorización de la religiosidad. Es lo que Jaspers llamó «tiempo eje», en el que se produjeron fenómenos como el nacimiento de la filosofía griega, del budismo en la India, la reforma de Zoroastro en Persia y el humanismo confuciano en China. En esta época el hinduismo se convirtió en una religión de salvación: el fiel ya no aspiraba tan sólo a disfrutar de la vida terrena y, en algunos casos excepcionales, de los placeres celestiales, sino a liberarse del ciclo sin comienzo de las reencarnaciones. Y esto sólo podía conseguirse mediante la sabiduría, el conocimiento místico de Brahman, lo Absoluto, que es el Fundamento único y el Alma de todas las cosas. Los textos que recogen esta nueva forma de religiosidad son las upanishad.
4) Entre los siglos v a.C. y v d.C., en la época clásica de la civilización hindú, el brahmanismo se extendió prácticamente por el subcontinente indio entero y llegó a convertirse en un amplio sistema que pretendía regir todos los aspectos de la vida individual y colectiva. Se conservaban los contenidos de las etapas anteriores —el politeísmo védico, el ritualismo y el monismo místico— pero presididos por la idea del dharma: la ley universal que asigna deberes distintos a cada persona según el lugar que ocupa en el organismo social; es decir, según su sexo, la casta a la que pertenece y la etapa de la vida en la que se encuentra. También en esta época se desarrolló el yoga, un conjunto de técnicas de autocontrol mental que favorecen el desarrollo de la sabiduría liberadora. Y se fue abriendo paso la siguiente etapa de la historia del hinduismo: el hinduismo épico-puránico.
5) El hinduismo propiamente dicho también se llama «épico-puránico» porque sus textos religiosos principales son las epopeyas —Mahabhârata y Râmâyana— y los tratados llamados purâna. Éste es el hinduismo que básicamente sigue existiendo en la actualidad. No cancela las creencias, prácticas e instituciones de las etapas anteriores, pero les añade grandes novedades:
—Una nueva mitología, con dioses más cercanos y humanos, como Shiva, Vishnu o Devi, la gran Diosa.
—Una concepción monoteísta de la divinidad: hay muchos dioses, pero cada creyente suele adoptar a uno de ellos como el Dios supremo, el Señor del universo, al que todos los demás están subordinados.
—Un nuevo camino de liberación: la devoción (bhakti) por la divinidad personal, con la que se entra en una relación de entrega y amor, a la que se rinde culto y de cuya gracia se espera la salvación del ciclo de las reencarnaciones.
6) Entre los siglos XII y XVIII los musulmanes dominaron grandes regiones de la India. Su influencia sobre el hinduismo se reflejó especialmente en la aparición de reformadores monoteístas - como el guru Nânak, fundador de la religión sikh que, conservando las ideas fundamentales del hinduismo —reencarnación, liberación por la sabiduría o el amor a Dios— rechazaban sus aspectos más exteriores: los rituales, el poder de los sacerdotes, el politeísmo, etc.
7) La influencia occidental, creciente desde el siglo xviii, se manifiesta en la aceptación de las ideas y valores característicos de la modernidad occidental —racionalidad científica, derechos humanos, democracia, etc.— combinándolos en distintas proporciones con las tradiciones propias del hinduismo.
Actualmente el hinduismo sigue siendo la religión mayoritaria en la India, con unos 800 millones de fieles, y se está extendiendo por el mundo no sólo debido a la presencia de indios emprendedores por todas partes sino sobre todo por el interés que la milenaria espiritualidad hindú despierta en muchos lugares en los que se ha perdido el sentido de lo sagrado.
El hinduismo es, pues, la tradición religiosa cuyo punto de partida fue la vivencia religiosa de los arios védicos. Un hinduista es una persona que se identifica con esa tradición, cuya enorme diversidad hace imposible definir con más precisión qué es ser hinduista, cuál es la esencia del hinduismo. Lo que sí puede hacerse es exponer algunas creencias que han compartido y comparten la mayoría de los hinduistas, recordando que siempre habrá fieles, grupos y corrientes minoritarios que rechacen algunas —o incluso todas— estas creencias sin dejar por ello de ser hinduistas, aunque quizá algo marginales. Veamos algunas de estas creencias:
1) Hay una realidad divina suprema, personal o impersonal, de la que depende todo, incluidas las otras divinidades.
2) El verdadero ser de los seres vivos no es ni el cuerpo ni la mente, sino el alma, pura y trascendente al mundo, estrechamente vinculada con la divinidad.
3) El desconocimiento de su relación con lo divino hace que el alma busque la felicidad en los bienes mundanos. Como éstos no pueden satisfacerla plenamente, el deseo insatisfecho la ata al mundo haciendo que vuelva a reencarnarse una y otra vez, adoptando diferentes cuerpos humanos, animales, celestiales o demoníacos.
4) El alma puede liberarse de este ciclo de ignorancia, deseo e insatisfacción restableciendo su relación verdadera con la divinidad. Esto se logra por la práctica bajo la dirección de un guru (maestro) de algún camino espiritual: el de la sabiduría contemplativa de lo Absoluto, el de la devoción y el amor a Dios, el del servicio desinteresado, el de la concentración yóguica, etc. El buscador espiritual renuncia a todos los bienes mundanos y, a menudo, se aparta de la sociedad y vive como un asceta.
5) Los que no sienten la vocación de entregarse plenamente a la vida espiritual —es decir, la gran mayoría de los creyentes— deben cumplir sus obligaciones morales, sociales y religiosas, lo que les permitirá adquirir méritos y dedicarse con mayor intensidad al empeño espiritual más adelante, en esta encarnación o en una posterior. Entre las prácticas de la religiosidad social y popular que se consideran meritorias y en ocasiones son obligatorias se encuentran el culto divino en el hogar y en los templos, las peregrinaciones, los baños en ríos sagrados, la celebración de fiestas en honor de los dioses, etc., así como los sacramentos: la iniciación que convierte al adolescente en miembro de una casta, el matrimonio, los funerales, etc.
Para terminar, quiero mencionar una de las características del hinduismo que lo hacen especialmente atractivo en la actual situación de interculturalidad y diálogo interreligioso: Desde hace siglos una parte creciente de esa tradición religiosa acepta que su propia religión no es más que uno de los múltiples caminos que llevan hacia lo divino, y que las otras religiones son tan válidas como la suya. Esta convicción le ha hecho ser la religión más tolerante y respetuosa con las demás —aunque no faltan fanáticos, como en todas partes—, precursora de lo que actualmente llamamos el «pluralismo religioso»: la actitud religiosa que no se atribuye el monopolio de la verdad o de lo divino sino que cree que éste se revela al hombre de infinitas formas diferentes, todas ellas genuinas, en las distintas culturas y situaciones personales.

Javier Ruiz Calderón


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