El vegetarianismo en la India





La India es indudablemente el paraíso de la comida vegetariana, pero no se debe olvidar el hecho fundamental de que esto se debe a razones éticas mucho antes que a consideraciones dietéticas o de salud. Lo que lleva a los indios a eliminar en lo posible de su dieta carnes y pescados no es el convencimiento de su toxicidad sino la noción metafísica de que todo lo que hay es parte del Absoluto, que la naturaleza es esencia divina y que, por ende, toda forma de vida es sagrada. La mayoría de los hindúes se ha adherido al vegetarianismo desde tiempo inmemorial y ha justificado esta postura con diversas razones. Esta tradición ha llevado a un desarrollo intensivo del arte culinario basado en el consumo de hortalizas y legumbres, y de ahí surge una cocina vegetariana que permite una dieta sana, sabrosa y de sorprendente variedad.

El vegetarianismo es un principio fundamental del denominado sanâtana dharma (la religión eterna: el hinduismo). Es la dieta de los yogîs y los ascetas, de los buscadores de la verdad, de los místicos y los monjes y, sobre todo, de las almas compasivas que quieren inferir a la naturaleza el menor daño posible. Este principio tiene miles de años de vigencia y aunque las colonizaciones musulmana y cristiana redujeron en parte su popularidad, sigue siendo uno de los pilares fundamentales del hinduismo, el budismo y el jainismo, puesto que se basa en el principio religioso de la ahimsâ, la no violencia. Estas tres variedades religiosas han defendido siempre la santidad de la vida en todas sus formas, humana o animal, y han preconizado una forma de subsistencia basada en un consumo mínimo de recursos naturales, en una proto-ecología documentada en textos de sorprendente antigüedad. Se encuentra en los textos védicos y lo mencionaron viajeros famosos como Megasthenes y Fa-hsien. En la epopeya del Mahâbhârata se explica que la carne de los animales es como la carne de tus propios hijos y que quien la devora es un ser abyecto. El Yajur Veda especifica que no se deben matar criaturas de la tierra, del aire ni del agua, con ningún fin. El Manu Samhitâ aconseja rechazar completamente el consumo de carne a causa del sufrimiento que implica para el animal. Los textos que tratan sobre este aspecto son innumerables.
Todo esto es de especial interés si se considera la gran importancia que tiene la comida en el contexto cultural indio. El consumo de alimentos es un acto sacrificial en sí. La cocina de una casa es un lugar respetable donde no se puede entrar sucio, impuro ni calzado. El hindú vierte agua alrededor del plato de comida purificando así el espacio del mismo. Las frutas, la leche o el arroz son uno de los elementos esenciales del culto y de las ofrendas a los dioses.
Para el hindú el consumo de carne o pescado implica participar indirectamente en actos de crueldad y violencia contra el reino animal. Los maestros religiosos indios de todos los tiempos han asegurado que el consumo de carne y una vida armoniosa son conceptos incompatibles.
Existe una especie de código dietético en el hinduismo según el cual todos los alimentos se pueden dividir en tres categorías. La primera sería la comida con la característica de tamas (la tendencia descendente), la peor de todas, que abarcaría los alimentos insalubres, los deteriorados y los restos de los otros comensales. La alimentación con la característica de rajas (la tendencia expansiva) es aquella basada en la carne, las cebollas y algunas especias: produce actividad, violencia y emociones fuertes. La comida con el principio de sattva (la tendencia ascendente) es la vegetariana: produce calma y estados de ánimo apacibles, por lo que es la más aconsejada para la salud y para el desarrollo mental o espiritual.
Las razones que se han dado tradicionalmente en la India para evitar el consumo de carnes y pescados son varias.
Aparte de la noción de ahimsâ, los hindúes se rigen por la ley del karma, de la causa y el efecto. Cualquier acto que haga sufrir a otro ser acarreará indefectiblemente consecuencias negativas para el que lo realice. Además, como los alimentos son la materia prima de la química orgánica, dependiendo de lo que comamos no sólo nuestro cuerpo sino también nuestra consciencia, nuestras emociones y nuestros esquemas de experiencia se verán afectados de una u otra manera. Los varios sistemas de medicina que se practican en la India coinciden en que las dietas vegetarianas son más saludables y que aquellos que las siguen se hallan menos expuestos a enfermedades: sus sistemas inmunológicos son más fuertes y sus cuerpos más puros. Otro argumento que se esgrime es el ecológico: para el pastoreo se han talado bosques y se han cambiado los regímenes de lluvias de muchos lugares, con sus lógicas consecuencias.
En Occidente los vegetarianos están en minoría y no es infrecuente que se encuentren en medio de discusiones y argumentos con personas que cuestionan la sensatez de su decisión. Se suele considerar a los vegetarianos como personas raras y, sobre todo, mal alimentadas, pero esto no es cierto.
El vegetarianismo cuenta cada día más con el apoyo de la ciencia, cuyas investigaciones refrendan que los vegetarianos se encuentran más saludables que los carnívoros. Debido a su variedad es muy fácil mantener una dieta equilibrada basada en comida vegetariana. No son precisos cálculos complicados, pues cualquier variedad normal de vegetales proporciona proteínas más que suficientes para las necesidades corporales. Aunque es cierto que la dieta vegetariana incluye menos proteínas, no significa que sea peor. De hecho, el exceso de proteínas de la carne se asocia a cálculos renales, osteoporosis y enfermedades coronarias, cosa que no sucede con una dieta de hortalizas y legumbres.
En general, los beneficios del vegetarianismo son muchos y es una tendencia en boga defendida tanto por filósofos como Platón o Nietzsche y políticos como Franklin y Gandhi. El Mahatma afirmó que la grandeza de una nación y su progreso moral se podían medir por la forma en la que allí se trataban a los animales.

Comentarios