Todas las rutinas y actividades que se llevan a cabo dejan su memoria en los músculos del cuerpo. La tensión a la que se ven sometidos es lo que provoca el agotamiento y los dolores. La antigimnasia propone relajar el cuerpo de modo que recupere su forma original y adquiera una mayor flexibilidad.
Desde que en 1976 Thérèse Bertherat decidiera seguir a su manera con las enseñanzas de su mentora, creó una pedagogía corporal denominada antigimnasia, y que se ha extendido por todo el mundo. Se trataba de que cada persona conozca su propio cuerpo, considerándolo como un todo, y trabaje sobre él para prevenir lesiones y dolores musculares.
“Nuestro cuerpo es nosotros mismos”
Desde el nacimiento todas las experiencias vividas quedan grabadas de alguna manera en el cuerpo, en su fisonomía. Los músculos de los ojos, las piernas o los pies, reaccionan ante las tensiones y reacciones que sufre cada persona. Toda esa memoria de acontecimientos y vivencias hace que el cuerpo tome una forma determinada.
El cuerpo se hace esclavo de la rutina, de los movimientos mecánicos, y de las relaciones entre las diferentes partes del organismo. Hay que entrar en contacto con el cuerpo, habitarlo, tomar conciencia de él, para encontrar vitalidad, salud, y autonomía.
La antigimnasia propone la realización de una serie de ejercicios de estiramiento que permita que los músculos -atrofiados, deformados, o retraídos por acción de los actos cotidianos- recuperen su movilidad, y se liberen de la tensión.
El cuerpo como un todo.
Para practicar la antigimnasia es necesario considerar el cuerpo vivo en su integridad, y no por partes. Todo está interaccionado entre sí. Bertherat descubrió que había una cadena de músculos (que llamó la cadena de músculos posterior) que recorre el cuerpo desde la cabeza a los pies.
Desarrolló la figura del tigre que todo el mundo lleva cargado a la espalda, el cual sirve para explicar el trabajo de la cadena de músculos. Cuando hay una lesión en la espalda, es porque se trabaja mucho con esos músculos, el tigre carga con todo el esfuerzo, sin dejar a los músculos delanteros trabajar.
Hay que llegar a domesticar al tigre, conocer los músculos, de manera que se llegue a independizar cada movimiento, utilizando la parte del cuerpo correspondiente, y ahorrándose energía y esfuerzo de manera considerable.
Antigimnasia para todos.
La antigimnasia se puede y debe practicar a cualquier edad, porque la musculatura es maleable en cualquier etapa de la vida. Se realizan pequeños movimientos que despiertan cada músculo, desde el más grande al más pequeño.
Se trata de despertar las zonas muertas de la musculatura, para aliviar los dolores y la rigidez muscular. Se realiza en grupos, de manera que cada uno individualmente reconoce y trabaja sus nudos musculares con el objetivo de prevenir posibles problemas. Lo que la diferencia de la fisioterapia tradicional es que en ésta se actúa por sesiones individuales, y una vez que el problema existe.
Adolescentes y embarazadas.
La antigimnasia también tiene sus aplicaciones durante la época de la adolescencia, en la que el cuerpo sufre infinidad de cambios, y se sufre el juicio de los demás. Se necesita encontrar nuevas referencias en el cuerpo y superar las inhibiciones. Para ello, resulta muy eficaz el hecho de trabajar con un grupo que permite expresar las emociones, sensaciones y curiosidad por el propio cuerpo.
Para el embarazo, la antigimnasia resulta útil a la hora de prepararse para el momento del parto a través de catorce movimientos concretos, al mismo tiempo que aprenden a conocerse a ellas mismas.