Siempre que haces las cosas a desgana, perduran por más tiempo.
Si estás sentado a la mesa comiendo, y si sólo comes con desgana, y tu hambre persiste, entonces seguirás pensando en la comida todo el día. Puedes tratar de ayunar y lo verás: pensarás continuamente en comida. Pero si has comido bien; y cuando digo comido bien, no quiero decir sólo que has atiborrado tu estómago. Entonces no necesariamente significa que has comido bien. Podrías haberte atiborrado. Pero comer bien es un arte. No se trata sólo de atiborrarse. Es un gran arte: probar la comida, oler la comida, tocar la comida, masticar la comida, digerir la comida, y digerirla como algo divino. Es divino; es un regalo de lo divino.
Los hindúes dicen: Anam Brahma, la comida es divina. Así que come con gran respeto, y mientras comes olvida todo, porque es una plegaria. Es una plegaria existencial. Estás comiendo lo divino, y lo divino te va a nutrir. Es un regalo que debe aceptarse con profundo amor y gratitud. Y no atiborres al cuerpo, porque al atiborrar al cuerpo es estar en contra del cuerpo. Es el otro polo. Hay personas que están obsesionadas con el ayuno, y hay personas que están obsesionadas con atiborrarse. Ambas están equivocadas porque de las dos maneras el cuerpo pierde su balance.
Un verdadero amante del cuerpo come sólo al punto en el que el cuerpo se siente perfectamente en silencio, balanceado, tranquilo; en donde el cuerpo siente que ni se está inclinando a la izquierda ni a la derecha, sino justo en el medio. Es un arte entender el lenguaje del cuerpo, entender el lenguaje de tu estómago, entender lo que se necesita, darle sólo lo que se necesita, y darlo de manera artística, de manera estética.
Los animales comen, el hombre come. Entonces, ¿cuál es la diferencia? El hombre hace del comer una gran experiencia estética. ¿Qué caso tiene tener una hermosa mesa en el comedor? ¿Qué caso tiene el poner ahí velas encendidas? ¿Qué caso tiene el incienso? ¿Qué caso tiene el pedirle a los amigos que vengan y participen? Es convertirlo en un arte, no sólo atiborrarse. Pero éstas son señales externas del arte; las señales internas consisten en entender el lenguaje de tu cuerpo: escucharlo, ser sensible a sus necesidades. Y entonces comes, y entonces durante todo el día no te acordarás de la comida para nada. Sólo cuando el cuerpo tiene hambre llegará de nuevo el recuerdo. Entonces es natural.
Si estás sentado a la mesa comiendo, y si sólo comes con desgana, y tu hambre persiste, entonces seguirás pensando en la comida todo el día. Puedes tratar de ayunar y lo verás: pensarás continuamente en comida. Pero si has comido bien; y cuando digo comido bien, no quiero decir sólo que has atiborrado tu estómago. Entonces no necesariamente significa que has comido bien. Podrías haberte atiborrado. Pero comer bien es un arte. No se trata sólo de atiborrarse. Es un gran arte: probar la comida, oler la comida, tocar la comida, masticar la comida, digerir la comida, y digerirla como algo divino. Es divino; es un regalo de lo divino.
Los hindúes dicen: Anam Brahma, la comida es divina. Así que come con gran respeto, y mientras comes olvida todo, porque es una plegaria. Es una plegaria existencial. Estás comiendo lo divino, y lo divino te va a nutrir. Es un regalo que debe aceptarse con profundo amor y gratitud. Y no atiborres al cuerpo, porque al atiborrar al cuerpo es estar en contra del cuerpo. Es el otro polo. Hay personas que están obsesionadas con el ayuno, y hay personas que están obsesionadas con atiborrarse. Ambas están equivocadas porque de las dos maneras el cuerpo pierde su balance.
Un verdadero amante del cuerpo come sólo al punto en el que el cuerpo se siente perfectamente en silencio, balanceado, tranquilo; en donde el cuerpo siente que ni se está inclinando a la izquierda ni a la derecha, sino justo en el medio. Es un arte entender el lenguaje del cuerpo, entender el lenguaje de tu estómago, entender lo que se necesita, darle sólo lo que se necesita, y darlo de manera artística, de manera estética.
Los animales comen, el hombre come. Entonces, ¿cuál es la diferencia? El hombre hace del comer una gran experiencia estética. ¿Qué caso tiene tener una hermosa mesa en el comedor? ¿Qué caso tiene el poner ahí velas encendidas? ¿Qué caso tiene el incienso? ¿Qué caso tiene el pedirle a los amigos que vengan y participen? Es convertirlo en un arte, no sólo atiborrarse. Pero éstas son señales externas del arte; las señales internas consisten en entender el lenguaje de tu cuerpo: escucharlo, ser sensible a sus necesidades. Y entonces comes, y entonces durante todo el día no te acordarás de la comida para nada. Sólo cuando el cuerpo tiene hambre llegará de nuevo el recuerdo. Entonces es natural.
Osho, The Beloved, Vol.1, charla #4