Ley del Dharma



"Dharma" es un vocablo sánscrito que significa "propósito en la vida". Esta ley dice que nos hemos manifestado en forma física para cumplir un propósito. El campo de la potenciali­dad pura es la divinidad en su esencia, y la divini­dad adopta la forma humana para cumplir un pro­pósito. De acuerdo con esta ley, cada uno de nosotros tiene un talento único y una manera única de expresarlo. Hay una cosa que cada individuo pue­de hacer mejor que cualquier otro en todo el mundo - y por cada talento único y por cada expre­sión única de dicho talento, también existen unas necesidades únicas. Cuando estas necesidades se unen con la expresión creativa de nuestro talen­to, se produce la chispa que crea la abundancia. La ley del Dharma tiene tres componentes: El primero dice que cada uno de nosotros está aquí para descubrir su verdadero yo, para descubrir por su cuenta que el verdadero yo es espiritual y que somos en esencia seres espirituales que han adop­tado una forma física para manifestarse. "No so­mos seres humanos que tienen experiencias espi­rituales ocasionales, sino todo lo contrario: somos seres espirituales que tienen experiencias huma­nas ocasionales" El segundo es la expresión de nuestro talento único. La ley del Dharma dice que cada uno de nosotros tiene un ta­lento tan único en su expresión que no existe otro ser sobre el planeta que tenga ese talento o que lo exprese de esa manera. El tercero es el servicio a la humanidad, servir a los demás se­res humanos y preguntarse: "¿Cómo puedo ayu­dar? ¿Cómo puedo ayudar a todas las personas con quienes tengo contacto?" Cuando combinamos la capacidad de expresar nuestro talento único con el servicio a la humanidad, usamos plenamente la ley del Dharma. Y cuando unimos esto al conoci­miento de nuestra propia espiritualidad, el campo de la potencialidad pura, es imposible que no tenga­mos acceso a la abundancia ilimitada, porque ésa es la verdadera manera de lograr la abundancia. Y no se trata de una abundancia transitoria; ésta es permanente en virtud de nuestro talento único, de nuestra manera de expresarlo y de nues­tro servicio y dedicación a los demás seres huma­nos. Si deseamos utilizar al máximo la ley del Dharma, es necesario que nos comprometamos a hacer varias cosas: Primer compromiso: Por medio de la práctica espiritual buscaremos nuestro yo superior, el cual está más allá de nuestro ego. Segundo compromiso: Descubriremos nuestros talentos únicos, y después de descubrirlos disfru­taremos de la vida, porque el proceso del gozo tie­ne lugar cuando entramos en la conciencia atemporal. En ese momento, estaremos en un es­tado de dicha absoluta. Tercer compromiso: Nos preguntaremos cuál es la mejor manera en que podemos servir a la huma­nidad. Responderemos esa pregunta, y luego pon­dremos la respuesta en práctica. Utilizaremos nuestros talentos únicos para atender a las nece­sidades de nuestros congéneres los seres huma­nos; combinaremos esas necesidades con nuestro deseo de ayudar y servir a los demás.

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