Los Jardines Zen Representan el universo y están concebidos para inspirar vitalidad y serenidad. Representan también el camino de la vida, constantemente lleno de cambios, diversos surcos, altas y bajas, tropiezos y obstáculos, brillo y oscuridad, sombra y luz. Permite dar descanso a nuestra mente, concentrarla en un solo punto. Tranquilizar la ansiedad, la angustia y los miedos. La filosofía Zen tiene como objetivo la expansión de nuestra conciencia, que aparentemente no existe porque no se puede tocar, pero existe en realidad. El hombre físicamente camina en el elemento del tiempo, pero en ocasiones es como si atravesara un espeso lodo, que le hace arrastrar sus pies. El Zen nos enseña que debemos de comprometernos y reconocer los pasos que nos llevan a progresar hacia un entendimiento que nos acerca a la supuesta distante iluminación.
A la hora de crear un jardín Zen es importante conocer la simbología budista, pues ahí reside la importancia de elementos como la arena, las piedras y el rastrillo.
Los amantes del mundo oriental que dispongan de un espacio en sus casas pueden estar seguros de que la idea de crear un jardín Zen les encantara, ya que, de este modo, las actividades como el yoga o la meditación cobrarán un nuevo sentido, hasta sus reuniones resultarán mucho más armónicas y los invitados se maravillarán con este refugio espiritual que puede convertirse en el rincón más especial del hogar.
Los materiales necesarios
Para crear un jardín Zen se necesitarán madera y clavos con el fin de acotar el espacio. También gravilla, arena, piedras, elementos decorativos diversos y aislante de malas hierbas en el caso de que el jardín sea exterior. Se debe recordar que el jardín Zen ha de ser un espacio de fluidez en el tránsito de las energías en el que no tienen que interponerse elementos no deseados.
El primer paso para construir un jardín zen para tu casa u oficina es ponerle límites a la obra y cubrir el suelo con el aislante, después de lo cual comenzará la labor realmente gratificante. Esta consistirá en desarrollar el diseño del jardín Zen mediante unas ideas imaginativas o buscando modelos acordes con el carácter que se le quiera otorgar al conjunto.
No son pocos quienes, después de crear un jardín Zen, incluyen bonsais u otras plantas. Sin embargo, poder escuchar el sonido de una fuente o de un río en el propio jardín del hogar resulta una tentadora propuesta que puede ir complementada con la elaboración de un puente en miniatura de aspecto oriental. En este punto recomiendo busquen a un experto en feng shui para que pueda orientarlos en la colocación de la fuente, pues pueden aprovechar para generar prosperidad.
El simbolismo y sus cuidados básicos
La razón por la que coinciden objetos de tan diferente naturaleza como son una piedra o la gravilla es por su explicación dentro de la religión budista según la cual la arena representa la tranquilidad del mismo modo que las piedras, convierten el conjunto en un todo dinámico y las piedras crean los juegos de luces y sombras que hacen de estos jardines una obra de arte.
La Tierra – Arena: Representa la plataforma sobre la cual existimos, se considera como un elemento que absorbe, recicla y transmuta la energía a través de su magnetismo. La presencia de este elemento nos ayuda a neutralizar las frecuencias nocivas, todos los pensamientos, emociones, actitudes, o energía negativa se transmutan, creando un ambiente de tranquilidad y serenidad.
Las Rocas – Piedras: Las piedras representan los obstáculos y tropiezos que enfrentamos a lo largo de nuestra existencia. Sin importar que tan grandes o pequeños sean, siempre nos van dejando una enseñanza. Nada pasa por casualidad, todo tiene un motivo de causa y efecto. Las rocas simbolizan las experiencias y los peldaños que avanzamos en nuestra vida.
Los Cristales de Cuarzo: Los cuarzos son seres vivientes de la tierra, que por su cualidad especial permiten recibir, almacenar y transmitir energía positiva. En el Jardín Zen, los cristales actúan como generadores permanentes de energía, ayudando a crear una sensación de armonía y equilibrio en los espacios. La transparencia del cristal revela la luz del entendimiento, ya que al ser transparente muestra la sencillez, la humildad y la modestia.
Las Conchas o Caracoles: Representan el contacto con el mar. Nuestra mente al observarlos recuerda la tranquilidad y la paz que se percibe al estar cerca de los océanos. Ésta es la serenidad que buscamos, interna y externa.
Las Velas: Las velas nos iluminan el camino a seguir. Concentrándose en la luz de la llama encendida, observando los surcos que son nuestros propios caminos, podemos recibir la claridad que viene de la calma y la meditación.
El Rastrillo: Su importancia radica en que es el instrumento que se utilizará para organizar la arena del modo que su dueño prefiera. De hecho, también tiene su valor espiritual crear un jardín Zen con ondas, o bien, que inspiren movimiento y turbulencias, o bien, en líneas rectas, que simbolizarán paz y calma.
Karla ValenzuelaFuente:sexenio.com.mx
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