La enfermedad no es una crueldad ni un castigo, sino sólo y únicamente un aviso: es un instrumento del que se sirve nuestra propia alma para mostrarnos nuestros errores, prevenienos de otros e impedirnos cometer más daños; para devolvernos al camino de la verdad y de la luz, del que nunca deberíamos habernos apartado - Edward Bach.
La actualidad atemporal de estas frases, escritas hace más de setenta años por el médico inglés Dr. Edward Bach, encuentra hoy cada vez más adeptos en la «medicina humanista», la «psicosomática» y la «terapia holística». De hecho, tal como lo pronosticara Bach, el interés por sus concentrados de flores ha crecido vertiginosamente en los últimos años en todo el mundo.
El concepto holístico de salud, enfermedad y curación, emana de la perfecta unidad de toda vida y
de la absoluta singularidad de todos los sistemas existentes en ella. Cada uno de nosotros realiza un viaje único por la vida, irrepetible, y nuestro estado de salud nos indica en qué punto de este viaje nos encontramos de momento.
Cada síntoma de enfermedad, sea física, anímica o mental, nos proporciona un mensaje específico que vale la pena reconocer, aceptar y aprovechar para nuestro viaje por la vida. Cada proceso auténtico de curación es una afirmación de nuestra totalidad, una ratificación de nuestra salud o santidad.
Desde este punto de vista, el sistema de las flores de Bach se puede calificar como «curación mediante la rearmonización de la conciencia». En los puntos de conexión de nuestra personalidad, en los que la energía vital fluye por conductos equivocados o está bloqueada, nos pone de nuevo en contacto armónico con nuestra totalidad, con nuestra verdadera fuente de energía.
Heal Thyself (Cúrese usted mismo) es la expresión de la filosofía de Edward Bach, pues en definitiva somos el «principio curativo universal» o «la fuerza curativa divina» que permite y hace posible la curación. Bach imaginaba que en días no muy lejanos sus concentrados de flores no sólo se emplearían en los consultorios de médicos y terapeutas, sino también en los hogares.
En este sentido, el método floral de Bach junto al tratamiento profesional concomitante de los trastornos psicosomáticos, ayuda cada vez a más individuos a lograr la purificación de su alma, así como a las personas que trabajan conscientemente en su crecimiento anímico y en su desarrollo espiritual.
Hasta hoy, ha sido difícil encasillar el sistema floral del Bach en una categoría determinada. En virtud de lo sutil de su manera de actuar, podríamos considerarlo tal vez emparentado, en esencia, a la homeopatía clásica de Hahnemann, así como a algunos procedimientos antroposóficos y espagíricos, ya que no actúa después de dar un fatigoso rodeo sobre el cuerpo físico, sino por planos vibratorios energéticos más sutiles, directamente sobre el sistema de la energía del individuo.
Antes de desarrollar su sistema de las flores, Edward Bach trabajó con bastante éxito como bacteriólogo y homeópata.
Se sentía intelectualmente ligado a Hipócrates, Paracelso y Samuel Hahnemann, entre otros. Con ellos compartía la idea de que no hay enfermedades sino sólo individuos enfermos.
Sin embargo, veríamos a Bach y su obra con una excesiva estrechez de miras si únicamente lo consideráramos, como sus colegas contemporáneos, el «Hahnemann de nuestro tiempo».
Lo que movió a Bach en 1930 (contaba entonces 43 años) a dejar su lucrativo consultorio de Harley Street, la famosa calle londinense de los médicos, y dedicar los últimos seis años de su vida a la búsqueda de un «método curativo más sencillo, natural, en el que no se necesitara destruir ni alterar nada», es algo nuevo y, en aspectos importantes, supera las opiniones e intenciones de Hahnemann.
Lo que movió a Bach en 1930 (contaba entonces 43 años) a dejar su lucrativo consultorio de Harley Street, la famosa calle londinense de los médicos, y dedicar los últimos seis años de su vida a la búsqueda de un «método curativo más sencillo, natural, en el que no se necesitara destruir ni alterar nada», es algo nuevo y, en aspectos importantes, supera las opiniones e intenciones de Hahnemann.
Lo que hace diferente y novedoso el sistema de las flores de Bach con respecto a los sutiles métodos de Occidente conocidos hasta entonces, se puede resumir en tres puntos:
- El concepto de Bach de la salud y la enfermedad, es decir, el principio intelectual de su terapia, radica en un sistema de referencia superior que trasciende los límites de la personalidad individual humana.Esto le condujo a una nueva forma de «diagnóstico» que dejó de orientarse por síntomas físicos, y que se centró exclusivamente en los estados psíquicos no armónicos o conceptos sensitivos negativos, de manera similar, pero más exhaustiva, que los «síntomas afectivos» homeopáticos.
- También es una novedad y algo diferente para nuestra época el procedimiento simple y natural, mediante el cual Bach liberó la energía de las flores de su forma material y la fijó a la substancia portadora. Esto conduce por un camino directo, es decir, no por el principio de analogía, a un efecto armonizador de sus concentrados de flores, en el que no hay sobredosis, efectos secundarios, ni intolerancia con otras formas de terapia.
- Esta manera de actuar «inofensiva» en el mejor sentido de la palabra, hace accesibles los beneficios del sistema Bach a un número mucho mayor de personas, para la prevención y curación espontánea, de lo que hasta ahora era posible con métodos sutiles. Dado que los estados descritos por Bach son más bien consecuencia de debilidades del carácter comunes a todas las personas en general, y no de síntomas de enfermedades psíquicas, no se requiere tener una preparación médica o psicológica para saber manejar con éxito esta terapia. Mucho más importante es la madurez humana, asociada con una buena percepción, intelecto y fuerza intuitiva, así como sobre todo un don natural de comprensión y sana sensibilidad hacia el prójimo.
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Texto de La terapia floral de Bach, teoría y práctica. Urano
Texto de La terapia floral de Bach, teoría y práctica. Urano
Mechthild Scheffer es médico naturópata, considerada por muchos la pionera en flores de Bach. Desde 1981 se dedicó a recopilar el trabajo del Dr. Edward Bach, así como a integrarlo y ampliarlo. Mechthild Scheffer fue representante del Centro Edward Bach en Alemania, Austria y Suiza durante más de veinte años y fundó el Instituto para la terapia de las flores de Bach, Investigación y Enseñanza.
Fuente:www.mundonuevo.com.cl