Amor son lazos, no son nudos.



El destino no está escrito en ningún libro fuera de ti. Tu mejor destino está en tus manos y depende de tu actitud y de tus elecciones en todo momento.


Para realizarlo con éxito, Àlex Rovira propone hacer uso de una serie de herramientas que todo el mundo guarda dentro de sí, como son la audacia, la confianza, el amor, asumir la responsabilidad o sentirse parte de la comunidad. Y para desarrollar todos estos potenciales, el escritor sólo ve una manera: trabajar, practicar, hacerte más humano, amar. Activar el cerebro, el corazón y el cuerpo, al mismo tiempo. Vivir la vida, en definitiva, con profundidad y significado.


 ¿Existe el destino?

Quizás el destino entendido como fatalidad es aquello que te sucede si no haces nada para evitarlo. Si pensamos que el destino está ya predeterminado, podemos caer en la resignación, la apatía, la amargura y el cinismo, entre otros estados del alma que nos hacen perder el amor a la vida. Lo bello, lo necesario, es hacer de la vida una extraordinaria oportunidad para aprender y para amar, actuando en consecuencia y buscando el bien común. De este modo, con confianza, esperanza, optimismo y la acción necesaria, creo que somos capaces de crear nuestro propio destino, pero en este caso se trataría del destino deseado, del destino en positivo, que nace de encarnar nuestros anhelos gracias a la fuerza de nuestras actitudes y de nuestro trabajo.


¿Qué es el éxito?

Me gusta pensar que el éxito es vivir encontrando en cada momento un sentido a la vida. Haciendo lo que quieres, con quien quieres, cuando quieres, como quieres y, además, proporcionando bienestar y felicidad a los demás. Éxito, además, etimológicamente, viene del latín exitus, que significa "salida". Luego sólo podemos evaluar el "éxito" al final del viaje que es la vida. Si cuando se baja el telón sentimos paz, amor y gratitud sabiendo que los que se quedan sienten lo mismo, entonces quizás podemos hablar con propiedad de éxito. Existen demasiados clichés que pretenden hacernos creer que el éxito es el "glamour", la ostentación, la fama, la notoriedad, y que definen el éxito más por la intensidad que por la profundidad de las experiencias de la vida. Pienso que, en verdad, el éxito tiene que ver con la conciencia, el amor, la realización y el servicio a los demás más que con los fuegos fatuos de la fama.


"El problema es que cuando te faltan algunas cosas esenciales, acabas buscando refugio en el éxito". ¿Cuáles son "las cosas esenciales"?

Sin duda, "las cosas esenciales" a las que se refiere mi gran amigo Jordi Nadal en el prólogo del libro del también amigo Mark Albion ('Vivir y ganarse la vida') son el amor y sus derivados: la ternura, la creatividad, el tiempo de calidad para compartirlo con nuestros afectos, un proyecto existencial con sentido, que nos realice, que ayude a otras personas a ser ellas mismas y a desarrollarse. Lo esencial es invisible a los ojos, decía Saint Exupéry, y tenía razón. Lo que no se ve pero nos sostiene ante la adversidad, ante la crisis o el revés, eso es lo esencial: el recuerdo de la persona amada, la caricia evocada, la mirada de los hijos, el proyecto que nos espera, la mano anciana de los padres que espera ser acariciada, el aire que respiramos, el olor del pan... Eso y mucho más es lo verdaderamente esencial.

En tu último libro, "Los siete poderes", nos vienes a decir que el único poder que merece la pena alcanzar es el poder interior. ¿Cómo definirías ese "poder interior"?

Es la fuerza que nace de nuestras actitudes. La resiliencia que nos permite levantarnos después de haber caído mil veces. Es el poder que nace del amor, el que te hace dar tu vida por tus hijos, los seres amados o porque éste sea un lugar más habitable. Es el poder que ejerció Gandhi, Mandela, Luther King, Hellen Kéller, Florence Nightingale y miles de personas anónimas en el día a día, que saben, inconsciente o conscientemente, que el amor todo lo vence.


¿Cómo desarrollar y fortalecer nuestro poder interior?

Trabajando sobre él. Cultivándolo, haciéndonos humanos. Meditando, cuestionándonos, trabajándonos con aquellas terapias que nos permitan profundizar más y más en nuestra alma y, consecuentemente, elevando más y más la conciencia, la sensibilidad, la ternura, la vocación de servicio, la entrega, la alteridad. Y siempre vamos a parar al mismo lugar, al amor, a la conciencia de unidad en la multiplicidad. Gandhi decía que un cobarde es incapaz de mostrar amor y que sólo los valientes saben hacerlo. Esa fuerza que nos permite ser tiernos y firmes a la vez, defendiendo la dignidad humana y elevándola, ése es el poder interior y sólo se fortalece ejercitando actitudes positivas como la confianza, el coraje, la esperanza, la entrega, la caridad, la generosidad, el perdón, la humildad, la responsabilidad, la cooperación, el propósito y tantas otras.


Entre todos (los siete poderes) hay dos herramientas a las que pareces concederles una especial importancia: la audacia y el amor. ¿En qué consiste el coraje? Para activar el coraje, ¿es necesario que exista una conciencia clara del objetivo, o de las prioridades?

El coraje, contrariamente a lo que se tiende a pensar, no es la simple ausencia de miedo sino la conciencia de que hay algo por lo que merece la pena arriesgarse. Los que se arriesgan no son locos sino que son personas que son capaces de jugársela porque creen que el lugar al que llegarán será mejor para ellos y para los demás. Por supuesto, es muy útil tener una visión clara del destino al que quieres llegar. La visión es un poderoso instrumento para la fuerza interior, ya que aporta concentración y sentido a lo que hacemos.


¿Qué le aporta el amor a la vida?

Todo, pero especialmente es lo que le da sentido. Una vida sin amor es una vida infeliz, triste y vacía de contenido. El amor es lo que nos hace humanos y lo que permite levantarnos para seguir andando. Si no tenemos a nadie a quien amar o ningún proyecto que realizar que nos apasione, es fácil que la depresión gane la partida. De hecho, una vida sin amor no es vida.


¿Existe alguna diferencia entre el amor a uno mismo y el amor a la vida, a las demás personas, a una persona/pareja en particular? 

Son modos diferentes de expresión de un mismo estado de conciencia. Amar implica respetar y buscar el bien, entregarse, dar sin esperar, ser paciente, tener el deseo inevitable de ayudar si nos necesitan. Pero no es posible amar a los demás si antes uno no aprende a valorar la propia vida y la propia existencia. Muchas veces se llama amor a la dependencia, la simbiosis o el deseo puramente físico. Amor es mucho más que eso, no es sólo palabras, sentimientos o deseos, es por encima de todo acción coherente que busca el bien del otro a partir de respetar sus necesidades y su autonomía. Amor son lazos, no son nudos.


La falta de confianza, en una misma o en las demás personas, ¿no está intrínsecamente ligada a la falta de amor (por una misma o por las demás personas)?

Muy de acuerdo. Excelente pregunta. Así es. Quien ama, confía. Quien confía, ama. La confianza es un síntoma inequívoco de amor a uno mismo y al otro.

¿Cómo podemos desarrollar la confianza en uno mismo?

Aprendiendo a respetarnos. Dándonos argumentos y oportunidades para crecer y demostrarnos que podemos, que vale la pena, que tiene sentido, que lo podemos conseguir. Arriesgándonos y aprendiendo de los éxitos y sobre todo de los "fracasos", que no son más que oportunidades para reenfocar la visión sobre nosotros mismos, los demás y la vida. Hay que "hacer" para "aprender", y de este modo poder desarrollar las actitudes fundamentales que nos humanizan.


¿Qué pasa cuando una persona no tiene propósitos/objetivos en la vida, y simplemente disfruta de la vida con inmersión en el presente? A tu juicio, ¿se trata de una vida mediocre o incompleta?

No necesariamente. Si la inmersión en el presente es completa, centrada y se traduce en una acción útil para los demás, la vida puede tener un gran sentido. De todos modos, es muy útil tener una visión, un propósito o un anhelo que realizar para, de este modo, integrar nuestras energías hacia la realización de ese anhelo.


Dices que te apasiona la psicología, ¿crees que comprendemos suficientemente nuestros procesos mentales/emocionales y el potencial de nuestra mente?

Creo que tenemos aún mucho trabajo por hacer. Quizás las nuevas generaciones no tanto, ya que disponen de excelentes libros, contenidos, cursos, docentes o revistas que hacen un gran bien a un enorme grupo de personas inquietas que quieren vivir mejor, con mayor plenitud, conciencia, alegría y felicidad.  Las generalizaciones son siempre traidoras, pero pienso que en nuestro entorno se le está perdiendo progresivamente el miedo a la psicología, a la comprensión del alma (psiké logos), y eso es extraordinariamente positivo para todos.


En nuestra cultura, se considera la adolescencia y la juventud como una época posiblemente dura pero apasionante, ya que se trata de la época de los descubrimientos del mundo exterior, el mundo adulto (el mundo) y las emociones más fuertes como el primer amor, la amistad, las primeras pérdidas, etc. (la vida) ¿Crees que en la mayoría de las personas, después de la juventud, la vida consiste en una mera repetición de experiencias, especialmente psicológicas y emocionales?

Creo que muchas personas hacen de la resignación su suicidio cotidiano. Deberíamos vivir la vida como la enorme oportunidad que es. Si la viviéramos como Whitman, como las y los grandes poetas, artistas, exploradores, científicos, emprendedores, nos sentiríamos siempre jóvenes, ya que la edad no es sólo una cuestión cronológica. El alma no tiene edad, vive de experiencias y de retos y eso es lo que la mantiene siempre joven.


Desde hace algún tiempo, los avances científicos vienen a demostrarnos que utilizamos un minúsculo potencial de nuestra mente (y de eso saben mucho los meditadores avanzados) A tu juicio, cómo podemos ayudar a que nuestro crecimiento no se detenga en la juventud para seguir descubriendo a lo largo de toda nuestra vida potenciales de nuestra mente, emociones y experiencias vitales?

Trabajando y trabajando y trabajando: leyendo, investigando, meditando, compartiendo, actuando, creando, viajando, observando. ¡Viviendo!, Es decir, estimulando al cerebro, al corazón y activando nuestro cuerpo.


¿La plena experiencia de la vida presente (la indagación de los propios potenciales) puede ser un objetivo en sí o es preciso contar con objetivos externos para descubrir y poner en práctica nuestros potenciales internos?

Quizás en la combinación de ambas reside el desarrollo del potencial. En realidad, no hay una frontera entre el "yo" y el "otro". Es un concepto arbitrario definido por el lenguaje que nos lleva a una realidad imaginaria que no es LO REAL. Pero gracias al lenguaje nos desarrollamos y comprendemos. Paradójicamente, los conceptos nos limitan la capacidad de vivir en la unidad. Es en esa dialéctica permanente donde debemos realizarnos. Lo exterior es una manifestación precisa de lo interior. Dicho de otra manera: lo que creemos es lo que creamos. Y esta afirmación lejos de ser un eslogan es una constatación precisa a partir de la experiencia. Es conveniente cultivar el alma, los propios potenciales, como muy bien expresas, pero sin el estímulo de lo externo no es posible, ambos se complementan y son sinérgicos. No puede haber lo uno sin lo otro.


Además de asumir la responsabilidad y el coraje para la acción, insistes en la importancia de sentirse parte del equipo (en el trabajo, en la familia, en la comunidad, en el planeta que habitamos) ¿Cuáles son las ventajas de sentirnos parte de la comunidad? ¿Se trata de sentir que nuestra vida está llena de proyectos de equipo o que nuestra vida misma forma parte de un proyecto común?

No podemos crecer sin los demás. El otro no es sólo un espejo en el que podemos vernos y aprender sino que es también nuestra isla de sentido, la piel que necesitamos tocar y oler, el universo a descubrir. Sin los demás, sin nuestros hijos, pareja, amigos, ¿qué sería la vida? Sin la oportunidad de conocer nuevas personas no podríamos crecer ni acceder a nuevos universos de experiencias y conocimientos. Vamos todos en un mismo gran barco que se llama Tierra. Luego, hay naves menores que se llaman nación, ciudad, colectivo, familia. Todas ellas son necesarias y deben ser cuidadas con sumo respeto ya que en ellas vivimos.


¿De qué manera nos da fuerzas y nos mantiene en nuestro propósito sentir que formamos parte de un equipo?

En el sentido que el otro es un puntal, un complemento, un apoyo, una mano en la espalda, un amigo. Si las relaciones humanas son sanas, hay pocas cosas más potentes que la amistad para tirar adelante por difíciles que sean las circunstancias.


El sentido de cooperación, ¿puede resultar un buen antídoto contra las neurosis y la ansiedad que provoca el miedo a perder (la dualidad perder/ganar)?

Sin duda, ya que nos permite olvidarnos del que a veces puede ser nuestro "pequeño mundo interior", especialmente si estamos en una espiral de victimismo y auto-conmiseración, para salir de la depresión, la ansiedad y, como tú excelentemente apuntas, el miedo a perder. Al levantar la mirada y ver los ojos del otro, nuestro universo se expande y las grandes miserias del personaje pueden diluirse al ver que hay muchos otros que están peor y que necesitan una mano amiga.


Tu primer libro, "La brújula interior", ya apuntaba a recordarnos la responsabilidad sobre nuestra propia vida; en "La buena suerte" insistes en que en cada momento creamos las circunstancias de lo que nos ocurre y, del mismo modo, podemos crear las circunstancias de lo que queremos vivir. En "Los siete poderes" insistes en asumir la responsabilidad de nuestra fuerza interior. ¿Cada persona tiene lo que se merece?

Decía Schopenhauer que el azar reparte las cartas pero que somos nosotros quienes las jugamos. Creo que así es. Aunque hay personas que reciben de entrada muchas mejores cartas que otras. No, no creo que cada cuál tenga lo que se merece (¿quién define el criterio de lo justo y necesario, de lo merecido?). Si miramos el mundo, veremos que tenemos aún mucho trabajo por hacer para que la justicia se encarne.


 ¿Qué es lo que podemos controlar y lo que no podemos controlar?

No podemos controlar lo incontrolable, lo que está "fuera". Decía Víctor Frankl que la última de nuestras libertades, la que nadie nos puede quitar, es la de elegir nuestra actitud sean cuales sean las circunstancias que nos rodean. Eso es lo único que podemos "controlar" o, más que controlar, elegir. Las decisiones internas es lo único que tenemos. Yo puedo decidir ser activo o pasivo, optimista o pesimista, perseverante o resignado, responsable o acusador, cínico o amable, constructivo o destructivo, altruista o egoísta. Son esas "pequeñas" elecciones que tomamos en cada instante las que pueden construir o destruir la libertad interior. Desde las actitudes positivas, abarcantes, generosas  y constructivas, es desde donde se construye una vida con sentido. Finalmente, a la hora de morir lo único que nos llevamos es lo que hemos aprendido y lo que hemos dado. Eso es lo controlable, nada más. Y aprender a vivir dentro de esa incertidumbre es probablemente una de las mejores lecciones que podemos adquirir en esta vida.


Si sembramos las circunstancias adecuadas obtendremos lo que queremos conseguir. ¿Existe algún paralelismo con las teorías de causa y efecto que sostiene la ley del karma budista?

Quizás sí y quizás no. Conseguirlo o no, no es lo importante. Lo importante no es tanto lo que logramos sino el sentido que le damos a eso que vivimos en el camino de intentar lograrlo, o de lograrlo efectivamente. Más importante que la realización de los deseos es lo que los deseos nos permiten desarrollar en nosotros mismos para realizarnos. Muchos fracasos aparentes en un  momento determinado de nuestra vida pueden, con el tiempo, devenir una gran bendición. Como dice el cuento ¿buena suerte?, ¿mala suerte?, ¿quién sabe?. Lo importante en el proceso de crear circunstancias necesarias no es tanto lo que finalmente te ocurra sino el sentido que le des a eso que ocurra y cómo decidas actuar a partir de entonces.


¿Existe algún espacio para el azar? ¿Qué opinas de las teorías del caos? (Impredecibilidad, comportamientos aleatorios, etc.)

Por supuesto que existe. Pero quizás el azar no es más que una ley de parámetros aún hoy desconocidos. Estoy convencido que eso que llamamos azar no es más que el pensamiento de Dios. Necesitaremos algunos años para llegar a contrastar la evidencia desde un punto de vista científico, pero la experiencia de la meditación le lleva a uno a esa verdad desde una intuición profunda, directa, pura. Nada es casual, la vida teje una red de circunstancias que parecen aisladas pero que desde un punto de vista más amplio, integrador, abierto, encajan en un todo coherente. Si tú, al lanzar una moneda al aire, supieras el peso de la moneda, la velocidad del lanzamiento, la resistencia del aire, las condiciones de presión, temperatura y humedad del ambiente y otros parámetros, podrías acertar sistemáticamente si caería mostrando la cara o la cruz. Con la vida ocurre lo mismo. El ver las cosas como resultados del azar o del "no azar" es simplemente una cuestión de conciencia.

El autor:

Àlex Rovira Celma es licenciado en Ciencias Empresariales y MBA por Esade. Actualmente compagina sus actividades de socio consultor de Salvetti & Llombart junto con las de conferenciante y miembro del consejo de dirección de diversas fundaciones y Ongs. Es autor de "La brújula interior" y coautor de "La buena suerte", un auténtico bestseller traducido a 38 idiomas. Su último libro es "Los siete poderes".

El libro: Los siete poderes. Un viaje a la tierra del Destino.


Entrevista realizada por Marié Morales.

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