Los ejercicios de meditación deberemos realizarlos a ser posible siempre en la misma habitación de la casa.
También la orientación debe ser siempre la misma; mirando hacia el Norte o hacia el Este.
La estancia debe permanecer, durante el tiempo de meditación, con la puerta de entrada cerrada y en penumbra.
Sentados cómodamente en una silla con las piernas ligeramente separadas, el cuerpo erguido, dejando que las manos descansen sobre las rodillas.
También podemos realizar el ejercicio de meditación sentadas en posición de loto.
Durante el ejercicio podemos quemar incienso que preferentemente debería ser de sándalo.
También podemos encender una vela blanca que se situará delante de nosotros.
Si es posible, poner delante de nosotros una bola o una punta de cuarzo blanco (cristal de roca).
El ejercicio de meditación lo comenzaremos con uno de relajación previo.
Durante todo el ejercicio de meditación deberemos mantener una respiración lenta y profunda, permanecer relajados y alejados de todo acontecimiento externo y en total soledad.
Es conveniente que los primeros días de meditación no se excedan los 5 minutos y que al cabo de unos días se vaya aumentando el tiempo poco a poco hasta llegar a los 15 o 20 minutos.
Con la meditación diaria llegaremos, entre innumerables otras cosas, a poder controlar nuestros propios pensamientos, adquirir una gran fuerza de voluntad, poder intelectual, serenidad, equilibrio físico, mental y espiritual.
La práctica diaria de la meditación nos dará tranquilidad, fuerza de ánimo, paz, reforzará nuestro sistema nervioso y consecuentemente hará que mejore nuestra salud.
Una de las formas de meditación que podemos realizar sería la de permanecer centrados sobre algo que nos propongamos, como por ejemplo sobre un bello paisaje, permitiendo que en nuestra mente afluyan todo los datos o asociaciones acerca de ese paisaje.
Durante la meditación en este ejemplo, trataríamos de contemplar con nuestra mente todos los detalles de la visualización: los árboles, los campos, los diferentes tonos de verde, las aves que sobrevuelan el paisaje, el río que atraviesa el valle, las montañas, el color dorado del trigo, el cielo azul, etc.
También podríamos después de la vista de cada uno de los componentes del paisaje, acercarnos a uno de ellos, como por ejemplo una montaña y ver el color de la tierra, los matorrales, las hojas de los matorrales, las flores que hay en sus ramas, sus más mínimos detalles e incluso tratar de olerlas, etc.
Al realizar este tipo de meditación veremos la cantidad de ideas que tenemos dispersas en nuestra mente a raíz de haberlas visto en diferentes momentos de nuestra vida y que en ese momento las reunimos en una sola experiencia.
Fuente: www.buenasiembra.com.ar