Relajarnos








Nun­ca pensamos en relajarnos; si no, el cuerpo también lo haría. El cuerpo se puede relajar tanto que ni siquiera sepas si existe o no, pero eso sólo sucede después de hacer este experimento du­rante algún tiempo. Tienes que estar relajado durante tres minutos.
Ahora mismo os haré unas sugerencias para que podáis ex­perimentar esa sensación. Cuando os sugiero que el cuerpo se está relajando, entonces sentiréis que el cuerpo se relaja cada vez más, cada vez más… El cuerpo se relajará.
A medida que se va relajando el cuerpo, la respiración se irá calmando. La calma no significa
que se detenga la respira­ción, sino que se vuelve más lenta, más tranquila, más profunda. Durante tres minutos debes sentir que tu respiración se va cal­mando cada vez más, la respiración se va relajando… Después, la mente también se irá relajando y tranquilizando. Cuando el cuerpo se relaja, la respiración se calma; cuando la respiración se calma, la mente automáticamente se queda en silencio; estas tres cosas están relacionadas.
Así que primero sentiremos que se relaja el cuerpo y esto hará que se calme la respiración. Después sentiremos que se re­laja la respiración; esto hará que la mente se quede en silencio.
Y luego os haré una tercera sugerencia: ahora vuestra men­te se está quedando vacía y en silencio. De este modo, después de seguir las tres sugerencias durante un período corto de tiem­po, os diré que ahora la mente se ha quedado totalmente en si­lencio. Después, os quedaréis tumbados en silencio durante diez minutos.
Oirás quizás el ladrido de un perro y muchos otros sonidos… sigue escuchando en silencio. Es como si en una habitación vacía entrara el sonido, resonara y se fuera. No debes pensar por qué estás oyendo estos sonidos; ni debes pen­sar por qué ladra el perro, porque no tienes nada que ver con el perro, o por qué ronca tu compañero, o por qué pasa un autobús… No, tú no tienes nada que ver con esos sonidos. El perro, tu compañero o el autobús están haciendo lo que tienen que hacer. Son inocentes. No tienen nada que ver con tu relajación. Así que déjales que ladren, ronquen o hagan ruido. No debería suponer para ti una molestia, a menos que tú lo conviertas en esa molestia. Se convierte en una molestia cuando te resistes, cuando quieres que el perro deje de ladrar, tu compañero de roncar y que el autobús no circule; ahí comienza el problema. El perro, tu compañero y el autobús están produciendo ruido porque no pueden hacer otra cosa. Y nosotros nos estamos relajando para dormir o meditar, que es lo que queremos hacer. No hay ningún conflicto entre las dos cosas, no se oponen. Estás en silencio, te llegará el sonido del perro, de tu compañero roncando y del autobús, se prolongarán y se irán; no son una molestia para ti.
No te resistas. Escucha atentamente todo lo que tienes alrededor. Esta escucha silenciosa es un fenómeno mila­groso. Esta no resistencia, esta no oposición hacia la vida es la cla­ve de la relajación.
Primero debemos relajamos y después escucharemos en si­lencio en un estado de no resistencia.