LA MAGIA DE LAS FLORES

1.- LO ÚNICO PERMANENTE: EL CAMBIO

“Transformación” sería una de las palabras que define al mundo actual: grandes crisis sacuden al planeta, expresiones de la decadencia de los valores humanos en todos los campos (en la ciencia, la economía, la cultura y la sociedad en general) y es el resultado de una concepción materialista del mundo y del individuo.



Para un cambio radical, necesitamos una visión nueva que atienda las percepciones, las transformaciones de nuestros valores y que tienda a una perspectiva menos materialista y más holística del ser y del universo. Debemos comprender que la tierra no es un objeto material, en donde los hechos ocurren en forma azarosa, ni la vida del ser depende de la fortuna o la casualidad.

Un ejemplo de lo anterior es la enfermedad que, en general, es asociada con causas externas exclusivamente. Si bien es cierto que el mundo científico ha tenido grandes progresos en el descubrimiento y cura de virus, bacterias, diversas enfermedades y su prevención, no ha llegado al origen último de la enfermedad.

¿Por qué ante el mismo virus, unos se enferman y otros no?¿Por qué un remedio que cura una patología, actúa en unos y en otros es absolutamente ineficaz?

Afortunadamente, en el siglo XX surgieron nuevas ideas respecto de la naturaleza de la enfermedad. Éstas tienen en cuenta otros factores: modo de vida, equilibrio en la alimentación, estrés, estados emocionales, pensamientos, actitudes, comportamientos, personalidades e individualidades del ser.

En realidad, seríamos muy desagradecidos, si no reconociéramos que -ya en tiempos remotos- los Chamanes, curanderos o brujos de grupos tribales conocían y aplicaban algunos de estos conocimientos con gran efectividad.

Lo que sí podría afirmarse es que, en la actualidad, esta antigua sabiduría y nuevos conocimientos se han sistematizado y se han dado a conocer en lo que hoy llamamos “Medicinas Alternativas”; mal llamadas, a mi criterio, porque fueron las primeras medicinas conocidas y aplicadas. Si las llamásemos “Medicinas tradicionales o ancestrales”, sería más ajustado a la verdad, pero entraríamos en conflicto o desacuerdo con la contemporánea “Medicina ortodoxa”. No es esa la intención, ya que toda “Medicina Alternativa” busca el equilibrio, la armonía, la salud, la felicidad, el amor, la paz y evolución del ser humano.

2.- NUEVAS PUERTAS: EL DR. EDWARD BACH

En las décadas del 30 y el 40, surge lo que conocemos hoy como Terapia Floral, gracias al Dr. Edward Bach convirtiéndose en el gran precursor con sus 38 esencias florales, (llamadas “Flores de Bach”), abriendo el camino para otros sistemas de los cuales nos beneficiamos hoy. Gracias a su legado, existen muy diversos sistemas florales en varios países: esencias de Bush (Australia), de California (EE.UU), Saint Germain (Brasil), entre otras muchas.Teniendo en cuenta el papel fundacional del Dr. Bach en este territorio, corresponde referirnos a su concepción del hombre y del universo.
Dr. Edward Bach
(Inglaterra,1886-1936)

Bach sostenía que existe una polaridad entre el alma y la personalidad, entendiéndose por esta última, los defectos, carencias o debilidades del ser humano. El alma es lo permanente, la energía esencial, lo que trasciende, lo inmortal; la personalidad es lo transitorio y lo inmanente. La meta del alma es alcanzar la perfección, desplegando nuestras potencialidades, borrando los defectos enquistados en la personalidad, tendiendo a la conquista de su individualidad como tal y a la autorrealización.

Nuestra vida no es más que un tiempo, un espacio en ese proceso; en palabras del médico inglés: “un día de colegio”. Por tanto, es sólo una oportunidad para seguir avanzando y una de las herramientas con que contamos es el nivel de conciencia que poseemos respecto de la enfermedad. En ese contexto, sostenía, que la enfermedad –a veces tan cruel en su apariencia– es benéfica y existe por nuestro bien y, si la interpretamos correctamente, será una guía para corregir nuestros defectos. Mientras hay armonía entre el alma y la personalidad, tenemos paz, equilibrio y salud; si existe un conflicto, surge la experiencia de la enfermedad y la infelicidad.

Tal conflicto se plantea al producirse un desvío del camino trazado por el alma, ya sea por nuestros defectos o por la persuasión de otros. Esta afirmación es enteramente compartible –a mi modo de ver– si se la complementa en el sentido de que únicamente nos dejamos persuadir por los propios defectos, y dejando de lado las situaciones de fuerza mayor externa e irresistible.

La fuerza creadora del universo es el amor y todo es manifestación de él: plantas, piedras, seres humanos. Todo ello integra un sistema y sus partes no pueden separarse unas de otras y, por lo tanto, toda acción contra nosotros o contra cualquier otra parte de ese sistema se reflejará en el todo.

¿Por qué la enfermedad es beneficiosa y ayuda en la evolución? El dolor, sufrimiento o malestar son señales de un desequilibrio que indica la necesidad de aprender una experiencia que, de otra manera, pasaría inadvertida y que no puede sanarse hasta tanto no se aprenda esa lección. La enfermad es una manifestación de un defecto a corregir y, si la concientizamos, nos ayudará a seguir nuestra senda hacia la perfección. El origen de la enfermedad no está en el lugar donde aparece en el cuerpo físico: es el resultado de fuerzas profundas y verdaderas; antes de la manifestación de sus síntomas psicofísicos, se encuentran a modo de causas subyacentes nuestros defectos más agudos (orgullo, odio, crueldad, envidia, codicia, etc.).

Tampoco ha de verse el órgano o función afectada como obra de la casualidad, sino de la causalidad. Los estudios realizados así lo confirman. Las emociones y debilidades afectan al cuerpo físico, dice Bach; al respecto, es elocuente la conocida frase “se quedó mudo del susto” y otras similares, que dan cuenta de la misma situación. El miedo, que es inmaterial en su esencia, produce síntomas a nivel físico; si aquél se desvanece, desaparecen con él esas manifestaciones físicas. Así ocurre con toda enfermedad: combatiendo el defecto, ésta tiende a desaparecer.

Flores y plantas son instrumentos puestos a nuestro alcance por el Creador a fin de asistirnos, tanto en el dolor como en la búsqueda de la verdad, siendo tarea nuestra saber aprovecharlos.

Las esencias descubiertas por el Dr. Bach se vinculan a 38 estados emocionales que actúan “… elevando nuestras vibraciones y abriendo nuestros canales para la recepción Ser Superior; para inundar nuestra naturaleza con la virtud particular que necesitamos y borrar los defectos que cusas el dolor”. Son remedios inocuos, naturales, energéticos y muy eficaces, que –si bien químicamente no causan daño alguno- producen movimientos emocionales que nos permiten captar información que desconocíamos, sentimientos que bloqueamos, percepciones nuevas y la elevación del nivel de conciencia; lo anterior no da un panorama más exacto de los defectos y emociones que nos dañan, trabajar en ellos y, como resultado, ser más sanos y felices.

El complejo mundo emocional, fue ordenado por Bach en siete grupos arquetípicos en base a varias emociones, vivencias y defectos a corregir: remedios para los que sienten temor, para quienes sufren incertidumbre, para los que carecen de interés por lo actual, para los que sienten soledad, para los hipersensibles, para los que están desesperados y abatidos, y para quienes sufren por los otros.

En el primer grupo, por ejemplo, están los remedios para los que sienten temor; allí encontramos las esencias florales para todos los tipos de miedos.

Por mi parte, entiendo que este grupo es el más importante, ya que casi toda emoción que sentimos halla su origen en alguna variante de miedo. Ya al nacer, la primera emoción del niño es el miedo a lo desconocido, desde que sale de un lugar seguro y que le es familiar a otro que desconoce totalmente. Luego, puede sentir hambre, dolor, abandono y situaciones afines que reconoce; entonces, ingresa en el campo del miedo a lo conocido. De este modo, atravesamos diferentes etapas en las cuales el miedo está presente en sus más diversas variantes (a equivocarse, a no ser aceptado o querido, a no ser lo suficientemente bueno, a perder un trabajo y un largo etcétera).

Los beneficios de la terapia floral –de lo cual aquí nos hemos limitado a una brevísima pero indispensable aproximación- serán objeto de mayor profundización en futuras entregas.

Para concluir ésta, digamos que citando una frase de uno de los más grandes Maestros de la Antigüedad (“No se resistan al mal”), el Dr. Bach escribía: “La enfermedad y el error no serán vencidos mediante la lucha directa, sino reemplazándolos por el bien. La oscuridad es ahuyentada por la luz, no por una oscuridad mayor; el odio por el amor; la crueldad por la bondad y misericordia, y la enfermedad por la salud.

Nuestro objetivo final es comprender nuestras faltas y defectos, y empeñarnos en desarrollar la virtud opuesta, para que ellos desaparezcan de nosotros como la nieve se funde bajo el sol. No luchen contra sus preocupaciones; no peleen contra la enfermedad; no se debatan contra sus debilidades; en lugar de ello, olvídenlas y concéntrense en el desarrollo de las virtudes que más necesitan.”.

Por Terap. Alicia Monteverde
Fuente: Revista Digital Universo Nueva Era - www.universonuevaera.com